Si de
algo estamos seguros, es que las revoluciones de las tecnologías están todavía
en una fase temprana y
se acelerarán en las próximas décadas de manera exponencial, y plantearán a la
humanidad las mayores dificultades a las que nos hayamos enfrentado nunca. Para
la inteligencia humana va a ser difícil siquiera imaginar las posibilidades de
las tecnologías futuras. La pregunta es si seremos capaces de manejar un mundo
increíblemente dinámico y flexible. De todas formas, para poder anticipar o controlar las
consecuencias de las tecnologías emergentes, es necesaria la sensibilidad y
madurez ética, tanto de los múltiples profesionales comprometidos en su diseño,
implementación, como de todos las personas y comunidades que las vamos a
utilizar.
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